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Willy Miranda, el mejor torpedero defensivo del béisbol cubano

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Willy Miranda, el mejor torpedero defensivo del béisbol cubano

Por Ángel Torres

El 24 de mayo de 1926 en Velasco, provincia de Oriente en la Cuba inolvidable del ayer, nació Guillermo “Willie” o “Willy” Miranda Pérez, uno de los mejores jugadores defensivos que han desfilado por las Grandes Ligas y sin excepción el mejor de todos los tiempos entre los nacidos en la ahora Isla esclava.

Su padre según sus propias palabras, le regaló un guante y se preocupó tanto por enseñarlo a fildear en los terrenos del Central Velasco, que nunca pudo aprender a darle en el centro a la pelota, por tanto su mérito es aún mayor, porque se mantuvo durante nueve temporadas en el Gran Circo, solamente por sus grandes dotes de fildeador.

Al respecto en una ocasión cuando fue entrevistado por Joe E. Brown (Bocaza), para un programa radial, el comediante le preguntó: “¿Y tu padre nunca te regaló un bate?”.

Hace años Tom Lasorda y Al Campanis, respectivamente ex manager y ejecutivo de Los Angeles Dodgers y Gene Mauch, ex timonero de varios equipos de Liga Mayor, declararon que Willie había sido “el mejor de todos los torpederos a la defensiva en los anales de las Grandes Ligas”. Posteriormente, Lasorda aclaró que no sabía a quien escoger entre Miranda y Ozzie Smith, el famoso “Mago de Oz”, de quien Lasorda dijo que era más acrobático, aunque reconoció que la potencia en el brazo de Willy era muy superior.

En las Ligas Mayores han participado defensores del campo corto con un potente brazo, como el de Shawon Dunston de los Cachorros de Chicago en la década de los 80 y 90, pero según los expertos no como el de Willie.

Cuando WILLY MIRANDA debutó con los Yanquis de Nueva York en 1954, se convirtió en un magnífico embajador de la pelota cubana, ante el público más exigente del mundo en el Yankee Stadium, entregándole una bandera cubana al torpedero, PHIL RIZZUTO, con quien compartió la defensa del campo corto. (Foto proporcionada por Amaury Pi-González).

En Cuba existieron torpederos más completos porque bateaban mucho más que Willie, pero a la defensiva a pesar de ser astros de la posición no alcanzaron la estatura de Willy, como Silvio García, Luis (Anguilla) Bustamante, Leonardo Cárdenas, Zoilo Versalles, Humberto Fernández, Bert Campaneris, Rey Ordoñez en el deporte de paga y Quilla Valdés en la verdadera pelota amateur.

En el supuesto béisbol de aficionados que se juega ahora en Cuba, el mejor ha sido Germán Mesa, extraordinario a la defensiva, pero según los scouts veteranos que trataron de firmarlo, sin la rapidez en las manos, colocación, fortaleza y precisión en los tiros de Willie.

Desafortunadamente, Mesa al igual que otros jugadores de su época, no pudo probarse en la pelota profesional y mucho menos en un nivel superior como lo constituyen las Ligas Mayores.

Pudiéramos resumirlo, diciendo, que en Cuba han nacido una notable cantidad de cantantes y defensores del campo corto, pero ninguno como Benny Moré, Celia Cruz y Willie.

Miranda, cuyo hermano Fausto Miranda fue un connotado periodista, comenzó a jugar a la pelota en 1940, con el Club Juvenil del Parque José Martí en La Habana, haciéndolo al año siguiente con los Hermanos Maristas. De 1942 a 1947, participó con el Club Teléfonos en la Liga Nacional de Amateurs de Cuba.

Ingresó en la pelota organizada en 1948 con el Sherman de la Big State League, una localidad a menos de 100 millas de Dallas. Los aficionados del lugar no querían dar crédito a sus ojos, cuando vieron fildear a Willie y llegaron a la conclusión que estaba fuera de grupo. En 1949 estuvo con el Chattanooga (Choo Choo) de la Southern League, con idénticos resultados.

Debutó en la ahora extinta Liga Profesional Cubana en 1948-49 con el Almendares, siendo seleccionado el Novato del Año, a pesar de promediar solamente .220 de average, así es que ya saben la impresión que causó con su guante, comparado con otros debutantes que le pegaron más duro a la pelota.

Se inició en la Liga Americana en 1951 con los Senadores de Washington y se mantuvo en las Ligas Mayores por nueve temporadas hasta 1959, vistiendo los uniformes de los Senadores, Medias Blancas de Chicago, Carmelitas de San Luis, Yanquis de Nueva York y Orioles de Baltimore.

En esos nueve años, participó en 821 encuentros y en 1914 veces al bate, conectó 413 hits, acompañado de 50 dobles, 14 triples, 6 jonrones y 132 carreras impulsadas, 13 bases robadas y un average de .221. Y sobre todo retiró a muchos bateadores que conectaban la bola en el hueco entre la tercera base y el campo corto, acudiendo a la potencia de su brazo y al hecho que sacaba tan rápido la pelota de su guante, que nadie en su sano juicio se explicaba como podía hacerlo.

Al respecto, durante una entrevista televisada, el ex dirigente de los Orioles, Paul Richards, declaró: “Cuando el Baltimore adquirió la franquicia de los Cafés de San Luis en 1954, no tenían nada con que interesar a los fanáticos. Pero la suerte nos favoreció y adquirimos a Miranda de los Yanquis en 1955, a quien los Mulos de Manhattan se daban el lujo de pagarle, para jugar los últimos episodios por Phil Rizzuto, con el objeto de prolongar su carrera.

Willie no bateaba… “pero que manera de fildear”. Sus atrapadas eran espectaculares, cubría un terreno enorme, poseía un brazo de privilegio y sacaba la bola del guante con más rapidez que un mago saca la carta de la manga del saco”.

“Los aficionados iban al parque para verlo recoger pelotas”, continuó explicando Richards, “y puedo asegurarles que Willie ayudó a que el cambio de franquicia no fuera un rotundo fracaso. Sin dudas que Rizzuto y Luis Aparicio eran más completos, pero no lograban hacer sobre un terreno de pelota lo que Miranda podía”.

Cuando jugó en Venezuela los fanáticos se asombraron de ver a un defensor del campo corto superior defensivamente al ídolo Aparicio, que era muy superior con el bate y corriendo las bases que Willy, al extremo que al igual que Rizzuto, ingresó al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown.

Willie jugó 12 años en Cuba con el Almendares, con la excepción de su última campaña en 1959-60, la que dividió vistiendo las franelas de los Alacranes y los Rojos del Habana. En total bateó para un promedio de .236 en los torneos cubanos, el producto de 523 hits en 2214 veces al bate, con 224 anotadas, 145 remolcadas, 57 dobles, 26 triples, tres cuadrangulares y 15 estafas. En sus mejores temporadas bateó para .304 en 1953-54 y .294 en 1950-51.

Ingresó en 1983 al Salón de la Fama de la pelota cubana en el exilio.

Participó en cinco Series del Caribe con el Almendares bajo la dirección de Fermín Guerra en 1949 y 1950, Bobby Bragan (1954 y 1955) y Oscar Rodríguez en 1959.

Miranda falleció el sábado 7 de septiembre de 1996 en Baltimore, de un enfisema pulmonar, como consecuencia en parte a que diez años antes, al salvarle la vida a cuatro de sus vecinos en un incendio, tuvo que ser ingresado en un hospital, por causa de las inhalaciones de humo, lo que afectó su salud por el resto de su vida.

Los servicios fúnebres se realizaron en Rucks Funeral Home, Baltimore, y el entierro el martes 10 de septiembre en el Garden of Faith Cemetery de esa ciudad.

Willy fue “Capitán’ de los Azules en la extinta Liga Cubana de Béisbol y “General” en cualquier terreno a la hora de fildear una pelota.





El 20 de mayo y la herencia cubana en el béisbol

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El 20 de mayo y la herencia cubana en el béisbol
Por Angel Torres

Siempre que se acerca una fecha patriótica como el 20 de Mayo, pensamos en el aporte que el béisbol cubano hizo con relación a la lucha por la libertad de Cuba. Debido a la guerra por la independencia, no se celebraron varios campeonatos y muchos peloteros cambiaron el bate por un machete para ayudar en la lucha armada. El ex manager y jugador Emilio Sabourín, murió deportado en las misiones españolas de Ceuta y al iniciarse los combates, casi todos los hijos de cubanos que jugaban béisbol en Cayo Hueso, embarcaron rumbo a la isla a pelear, como miembros de la expedición del General Nuñez, quien desembarcó en Palo Alto.

Mucho antes de producirse la libertad de Cuba y cuando aún nadie conocía la existencia del béisbol, Esteban Bellán se convirtió en 1871, en el primer pelotero extranjero, cubano y latinoamericano en jugar en las Grandes Ligas con los Troy Haymakers de la Asociación Nacional, que después cambió su nombre a la Liga Nacional en 1876 y desde ese momento le demostró al mundo quienes fueron los pioneros. Los Haymakers posteriormente se convirtieron en los New York Gothams en 1883, Gigantes de Nueva York (1885-1957) y Gigantes de San Francisco de 1958 a la fecha. A Bellán le siguió Sandy Nava con el Providence de la Liga Nacional en 1882.

Aunque ustedes no lo crean, en el mundo deportivo aún existen cronistas deportivos, que por desconocimiento se mantienen diciendo que el colombiano Luís Castro (quien muchos aseguran era en realidad venezolano), fue el primer latinoamericano en jugar en los circuitos grandes, aunque si lo fue en la era moderna del béisbol.

Entre fines del siglo 19 y principio del 20, los cubanos enseñaron el deporte de las bolas y los strikes en México y en todo el Caribe, incluyendo a Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico, con la excepción de Panamá. Ahora estaremos de capa caída a causa de nuestro problema político, pero lo que nadie nos puede quitar es que fuimos los primeros en casi todos los renglones del juego.

Todo esto sin contar que crearon toda la terminología en el deporte de los guantes y pelotas. El nombre de béisbol es un derivado del baseball, el tubey del two base hit, el tribey del three base hit, las bolas de las balls, el jonrón del home run, jardineros por outfielders etc. Insertamos palabras nuevas como torpedero para el short stop y camarero para el segunda base o intermedista.

Aún se desconocía la existencia del juego de pelota en el mundo, con la excepción de los Estados Unidos y Cuba, cuando ya se usaban esos vocablos para latinizarlos de la fraseología americana relativa al béisbol. Pero no siempre es así, porque un strike sigue siendo un strike y un hit es todavía un hit.

El indio Guanín fue el primer jonronero criollo en la época primitiva de los siboneyes y taínos. El Palmer del Junco en la provincia de Matanzas, fue el primer terreno donde se jugó pelota profesional en Cuba y en Latinoamérica. Adolfo Luque fue el primero en participar y obtener un triunfo en un Clásico Otoñal y reinamos en las Series Mundiales Amateurs y las Series del Caribe, donde ganamos las últimas cinco consecutivamente.

De no ser por el régimen que desgobierna a la isla esclava, estaríamos desde hace años en las Ligas Mayores, pues los Cubanos Reyes del Azúcar (Cubans Sugar Kings) de la Liga Internacional en la Triple A, estaban señalados para integrar las Grandes Ligas antes que Montreal y Toronto, bajo el lema: “UN PASO MAS Y LLEGAMOS”. Han transcurrido 51 años y ningún otro país latinoamericano ha logrado tener un equipo de clasificación Triple A.

Los cubanos que han desfilado por los circuitos mayores a través de la historia, no han sido el producto de ningún sistema político, sino que constituyen la HERENCIA de los peloteros de antaño como Luque, que ganó 27 encuentros en la temporada de 1923 con los Rojos de Cincinnati, la mayor cantidad jamás alcanzada por un serpentinero latinoamericano, además de ser el primer hispano en vestir el uniforme de los Dodgers de Brooklyn. José de la Caridad Méndez, que le colgó 25 ceros a los Rojos de Cincinnati, Eustaquio “Bombín” Pedroso, quien lanzó un juego sin hit de diez entradas contra los Tigres de Detroit en 1909; Juanito Decall y Juan Eckelson, quienes siendo verdaderos amateurs vencieron a los Medias Rojas de Boston y Gigantes de Nueva York respectivamente. Rodolfo Fernández que derrotó a los tres equipos de Grandes Ligas a los que se enfrentó, al igual que hizo el zurdo Agapito Mayor en dos oportunidades. Ramón Bragaña, Basilio “El Brujo” Rosell, Julio “El Jiquí” Moreno, Conrado “El Premier” Marrero, Silvino Ruiz y otros, vencieron a novenas de los circuitos mayores en Cuba.

Miguel Angel González (provisionalmente) y Preston Gómez (oficialmente), fueron los primeros latinoamericanos en dirigir conjuntos de Grandes Ligas; Minnie Miñoso y Marrero, los primeros junto al venezolano Alfonso “Chico” Carrasquel, en participar en un Juego de Estrellas; Sandalio “Potrerillo” Consuegra el primer campeón de los lanzadores en la Liga Americana; tal como lo fue Luque en la Nacional, Camilo Pascual, el primero en ponchar a 15 bateadores en un desafío y ganar 20 partidos en dos años seguidos; Tony Oliva, el primero en conquistar la corona de los bateadores en sus dos primeras campañas; Bert Campaneris el primero en jugar las nueve posiciones en un partido; Zoilo Versalles el primero en ser seleccionado el Jugador Más Valioso de la Liga Americana y además integrar junto a Tony Oliva y otros tres peloteros de los Mellizos de Minnesota, el primer quinteto en anotarse cinco cuadrangulares en una entrada; Luís Tiant el primero en ponchar a 19 bateadores en un choque, además de anotarse la primera blanqueada en un Clásico Otoñal frente a la Gran Máquina Roja del Cincinnati y ganar junto al zurdo Mike Cuéllar, la friolera de 20 encuentros en cuatro oportunidades distintas; Tony Pérez, primero en conectar tres jonrones en una Serie Mundial; Martín Dihigo, único en ser elegido a los Salones de la Fama de tres países: (Cuba, México y Estados Unidos); José Canseco, primero en conectar 40 bambinazos y robarse 40 bases, además de ser el primer extranjero en llegar a las 400 películas de cuatro esquinas. Todo esto por solamente mencionar algunas hazañas.

En 1950 cuando Witto Alomá, Sandalio Consuegra, Conrado Marrero, Limonar Martínez, Julio Moreno y Patato Pascual llegaron al Gran Circo, el núcleo de cubanos desde 1871 hasta esa fecha ascendió a 51, contra solamente 10 peloteros de otros países: combinados, un colombiano (Luís Castro), tres venezolanos (Alejandro “Patón” Carrasquel, Jesús “Chucho” Ramos y Alfonso “Chico” Carrasquel), cuatro mexicanos (Melo Almada, José Luís “Chile” Gómez, Jesse “El Güero” Flores y Beto Avila), dos puertorriqueños (Hiram Bithorn y Luís Rodríguez Olmo). Todo sin contar a las estrellas cubanas negras que no pudieron jugar como José Méndez, Alejandro Oms, Silvio García, Cocaína García y docenas más, que hubieran duplicado o triplicado la cantidad.

Para que se den una idea del dominio criollo, les diré que cuando el primer dominicano, Ozzie Virgil en 1956 (casi un siglo después que Bellán) debutó en la Gran Carpa, ya habían desfilado 71 peloteros cubanos por las Ligas Mayores, cuando era difícil que le dieran oportunidades a jugadores extranjeros, sobre todo porque solamente existían 16 equipos y no 30 como ocurre ahora.

En 1967 se produjo la primera gran invasión de jugadores latinoamericanos en las Grandes Ligas, 37 en la Nacional y 36 en la Americana, debido a que ya no podían salir peloteros de Cuba. A pesar de haber transcurrido ocho años del arribo al poder de la tiranía castrista, los cubanos aún dominaban el panorama con 30, seguidos por Puerto Rico con 11, República Dominicana y Venezuela (9), Panamá (8) y México con 6.

Los cubanos lideran con cuatro de los nueve integrantes del Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown (Martín Dihigo, Tony Pérez, José Méndez, Cristóbal Torriente), a pesar de la injusticia que se ha cometido con Luque, Oliva, Tiant, Miñoso y Silvio García, quien fue escogido antes que Jackie Robinson, para romper la barrera racial con los Dodgers de Brooklyn, pero que fue eliminado por su intolerante temperamento latino.

Si no fuera por el sistema totalitario que ha tiranizado a Cuba durante 50 años, los jugadores cubanos seguirían dominando, como siempre lo hicieron desde 1871. A los daños irreparables que ha sufrido la Isla esclava, hay que sumarle el béisbol.

¿Se imaginan ustedes el talento que se hubiera desarrollado en Cuba desde 1961, de haber contado con academias de béisbol, como la creada por el cubano Rafael Avila en la República Dominicana en vez de su patria?.

Recuerden que los cubanos llevamos el béisbol en la sangre, algo que ni el comunismo ateo nos pudo arrebatar y hay que dejar bien claro que en la Cuba de antes siempre se jugó la mejor pelota, como sucede en Brasil con el fútbol, aclarando que el deporte no es un invento del presente. Por el contrario, debido a la falta de competencia y enseñanza, a los actuales jugadores que escapan de la isla, les cuesta trabajo imponerse en el mejor béisbol del mundo, con honorables excepciones como Liván y Orlando “El Duque” Hernández, René Arocha, Rolando Arrojo, Rey Ordoñez, Yuniesky Betancourt y Kendry Morales, que parece estarse consolidando durante la presente temporada 2009.

No contamos a los hijos de cubanos, que por cuestiones políticas nacieron en el exilio, como lo es el caso de Raúl Ibañez, quien al momento está destrozando a los serpentineros de la Liga Nacional y se encuentra luchando por la triple corona de bateo.

Cuando los españoles querían inculcarnos el amor por el balompié, parodiando a las carreras de caballos, decían que era el “deporte de los reyes”, pero los cubanos respondían diciendo que el “béisbol era el rey de los deportes”.



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Béisbol cubano, cubanos en las Grandes Ligas y ligas profesionales.

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Autor: Fernando Vilá

Fernando Vilá Chao

Escritor, Director Ejecutivo de Pasión Magazine. Escribe desde Miami,FL
palmardejunco@gmail.com

 

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